Y es lo más lógico. Sólo los desalmados (que también los hay) se giran de espaldas ante quien pasa hambre o vive entre cartones. Y es ahí donde la sociedad civil responde, se articula y se organiza, en el espacio pequeño, en la proximidad casi vecinal siendo conscientes de que su actuación es importante y no cambia las "estructuras" pero se resisten a ser completamente pisoteados.
Tienes que conmoverte, que sentirte incluso al borde para poder caminar. Solidaridad como empatía, como respuesta a veces desesperada, actitud y conducta que nos hace mejores, sin duda alguna. ¿Cómo no conmoverse con Rosario?
Pero solidaridad que no debe olvidar que las personas tenemos derechos y que éstos están reconocidos (y garantizados) por el Estado a través de la actuación de las diferentes políticas sociales y que las administraciones públicas están obligadas a realizar.
Es triste ver cómo la caridad sustituye (e invisibiliza) el espacio de los derechos. Es triste porque la caridad no la podemos exigir, es asimétrica y depende de quien quiera darla. Y porque su discurso exime de la responsabilidad que tiene el Estado de ser Social y de Derecho por mandato constitucional.
Solidaridad que es caridad instrumentalizada para reducir el alcance del Estado Social y que responde a una manera de entender las políticas sociales y la sociedad en su conjunto.
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